16 de December del 2025 a las 11:57 -
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Crónica de una derrota anunciada
Terminó la larga campaña presidencial chilena. El resultado fue nada más que la crónica de una derrota anunciada hacía mucho tiempo.

(Escribe prof. Alejandro Carreño T.) Al respecto, en este mismo medio se publicó el sábado 15 de noviembre pasado, a propósito de la primera vuelta, mi columna “Elecciones presidenciales en Chile”, en la que anticipaba lo que sería la segunda vuelta presidencial realizada el domingo 14 de este mes y que significó una derrota histórica para la izquierda chilena conformada por el Partido Comunista, el Frente Amplio y el llamado Socialismo Democrático, una coalición que se fue haciendo irrelevante en la política chilena.

La columna la terminaba con el siguiente párrafo: “Las elecciones de este domingo tienen, en definitiva, dos significados para este columnista: el primero, Jeannette Jara sentirá en carne propia el sentido del refrán “engordar para morir flaco”; segundo, el nuevo presidente de Chile se conocerá este domingo. Lo del domingo 14 de diciembre es nada más que un trámite burocrático-constitucional, sobre todo si ella no alcanza en las elecciones de mañana por lo menos un 35 % en las urnas”. Y, aunque Jara ganó la primera vuelta con una diferencia de menos tres por cierto, recibió una paliza en la segunda vuelta: 58,17 % contra 41,83%.

Una diferencia de más de dos millones de votos a favor del candidato de derecha José Antonio Kast. Dolió, y mucho, no tanto la derrota, puesto que en el propio oficialismo se sabía desde hacía mucho tiempo que lo de Jeannette Jara era una carrera perdida, desde el momento que su propio partido, el comunista, demoró mucho tiempo en “apoyar” su candidatura, puesto que para la plana mayor del PC el candidato natural era el exalcalde de la comuna de Recoleta, en serios líos con la justicia (estuvo meses en la cárcel y hoy vive arresto domiciliario total, Daniel Jadue, sino la forma cómo perdió.

Y se perdió de la peor manera. No fue, en realidad, una derrota, sino una paliza. Jeannette Jara solo ganó en 36 de las 346 comunas del país. Más aún perdió en comunas que siempre fueron “propiedad” de la izquierda, como Santiago y Valparaíso. Es decir, el pueblo se cansó del gobierno de Gabriel Boric, de sus mentiras y su corrupción sin límites. Le volvió, simplemente la espalda a la candidata que representaba la continuidad de ese gobierno y optó por el cambio que representa el candidato José Antonio Kast, sobre todo en seguridad, orden institucional, inmigración y desarrollo económico.

Tal como lo anuncié en mi columna del 15 de noviembre, Jeannette Jara engordó para morir flaca, porque su derrota, aunque esperada, no debería significar la paliza que significó. Pero, además, ese mismo día se supo que el nuevo presidente de Chile sería José Antonio Kast, afirmación que refrendé en mi columna del viernes 12 de diciembre pasado también publicada en AGESOR, dos días antes del balotaje: “Por eso, si nada extraordinario ocurre este domingo 14 de diciembre, algo asombroso como la intervención de los marcianos, por ejemplo, el país tendrá un presidente que promete, sin fantasías de cuentos de hadas, el inicio de la recuperación de Chile. Los chilenos no queremos nada más”.

En estos momentos, los partidos oficialistas andan a la caza de los responsables del tamaño fracaso electoral. Y entre los señalados por todos los dedos de la mano, se encuentra el presidente Boric. La caza de brujas comenzó en el Frente Amplio, el Partido Comunista, el llamado Socialismo Democrático y la Democracia Cristiana que, sin ser parte oficial de la coalición oficialista, estaba al servicio de ella.

Pero esto será, posiblemente, tema de otra columna.

 

 

 

 

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